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Opinión | Carora, su pueblo y su alcalde

Barquisimetano con ancestro cabudareño como soy, saben ustedes que Carora tiene un lugar muy especial en mis afectos. Su fundamento son amistades entrañables, largos años de visitas y trabajo en su extenso y variado municipio cuyo paisaje geográfico y humano no me esconde secretos, viva simpatía por esa personalidad singular de los caroreños, admiración por grandes venezolanos que son hijos suyos, como Ramón Pompilio y Chío, Pastor Oropeza y los dos Ambrosios, Perera y Oropeza, Monseñor Montes de Oca y Alirio Díaz, Guillermo Morón y Rodrigo Riera, para dejar la cuenta chiquita y cómo no, afición compartida por su colosal gastronomía, me ligan a esa tierra áspera y brava, como la llamaba Luis Beltrán Guerrero, otro grande en la escritura magnífica y el apetito voraz.
Nada de lo que ocurre en Carora me es indiferente. Por eso no puedo callar ante la sañuda persecución de la que ha sido objeto el alcalde Javier Oropeza, electo por el pueblo torrense para gobernarlo y que en tres años de gestión intensa ha demostrado competencia, disposición al diálogo con todos, dedicación integral al cumplimiento de su deber y la mayor responsabilidad. Lo atestiguo no sólo por la amistad que me une a él y a su familia, sino porque me consta. El suyo es un liderazgo afianzado en el reconocimiento de todos los sectores de la sociedad y el afecto popular que parece lo más difícil de perdonar por la mezquindad de algunos.
En noviembre del año pasado fue la vez más reciente que estuve por esos lados, justamente para la Feria de Proyectos de Desarrollo Económico Local, en el Teatro Alirio Díaz, fruto elocuente del trabajo concertado, participativo y protagónico como dice la Constitución, entre el gobierno municipal, la sociedad civil y el empresariado de allá. Sinceramente, daba gusto.
En medio de una campaña feroz de señalamientos sin fundamento y amenazas, primero fueron la casa familiar, la finca y el periódico. Luego, el Concejo Municipal declaró su ausencia y designó reemplazante, en violación flagrante de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal, cuyo artículo 87 detalla los supuestos y las formas de decidir sobre ausencias temporales y definitivas del jefe del gobierno local y que por cierto, in fine, prescribe que “Se consideran ausencias absolutas: la muerte, la renuncia, la incapacidad física o mental permanente, certificada por una junta médica, por sentencia firme dictada por cualquier tribunal de la república y por revocatoria del mandato.”
El pueblo del municipio Torres no se merece el trato arbitrario del que está siendo objeto, porque son sus derechos –y no sólo los de un funcionario- los que se conculcan cuando así se procede.
No es que no me dé cuenta de la realidad actual, pero me resisto a dar por descontado que cómo se hace y que la Constitución y la ley, como aquellas órdenes del rey de España que me dijeron en las clases de Historia en mis años lisandristas, “se acatan pero no se cumplen”. Y protesto.
Ramón Guillermo Avelado
Publicación realizada en ElImpulso.com
Local
Ronald Marchán: en dictadura el voto no vale nada

«La historia se repite, en dictadura el voto no vale nada. En 1952 Pérez Jiménez desconoció los resultados, removió el poder electoral y se autoproclamó ganador. En 1957 lo volvió a hacer, cuando volteó los resultados del plebiscito a su favor, un fraude que terminó siendo su sepultura, porque luego de unas pacíficas y alegres navidades, en plenas celebraciones del año nuevo, devinieron los sucesos de enero del 58 que concluyeron el día 23 de con la partida del dictador».
Estas apreciaciones las hace el concejal Ronald Machán desde Barranquilla donde se encuentra exiliado desde julio del año pasado, luego que la dictadura de Maduro desconociera el triunfo de Edmundo González, y sus cómplices en Carora desataran una pavorosa persecución y posterior usurpación contra las autoridades legítimas del municipio Torres.
Reflexiona esta vez, a propósito de las elecciones municipales pautadas para el 28 de julio, en las cuales se presume participarán algunos dirigentes del reconocida trayectoria opositora.
Comenta al respecto: «Tenga seguro que no van a ganar, porque el régimen no lo permitirá, y los venezolanos saben que la solución de la crisis está en que salga Maduro y concluya la usurpación, algo que no se logrará alcanzando uno que otro cargo a nivel municipal».
Marchán precisa adicionalmente, que la crisis económica y política que vivimos augura una escasez aguda de recursos que impedirán el ejercicio de una gestión eficiente, más de aquellos que lo demostraron cuando convirtieron a Carora en un desastre aun teniendo recursos ilimitados.
Aclara que la crisis tiene como exclusivo responsable a Maduro y su régimen que lo sostiene, los mismos que violaron los acuerdos de Barbados y desconocieron el épico triunfo opositor el 28/07.
Considera Marchán, que «no tiene sentido hacerle comparsa a los ineptos; en su lugar, la oposición debe activarse desde la clandestinidad que tan efectiva fue cuando integraron la Junta Patriótica posterior al 19/04 de 1810 y durante la tenebrosa dictadura de Pérez Jiménez.
«Este régimen está que se cae solo porque nadie cree en ellos. Por esa razón el pueblo no acudirá masivamente a votar. Mejores tiempos están por venir, cuando la democracia con nuevos poderes verdaderamente institucionales permitan el ejercicio libre de la política y la participación soberana del pueblo».