Nacional
Más de 310 panaderías compiten por el título al mejor Cachito de Caracas

El Cachito de Caracas es un concurso que, en tres años, se convirtió en todo un evento del sabor. En su tercera edición, que se celebra este 2024, más de 310 se inscribieron con lo mejor de sus recetas.
El sector panadero, tanto industrial como artesanal, participan en el concurso, que busca coronar al mejor cachito de Caracas.
Este 2024, el concurso Cachito de Caracas, recibió postulaciones por parte de usuarios en redes sociales, quienes maravillados por la sazón de las que consideran la mejor, postularon a sus panaderías preferidas para competir. En ese sentido, un tercio de las inscripciones provienen de estas propuestas.
Cabe acotar que de los 310 competidores, 80 son panaderías artesanales, cuya producción es manual. Por lo tanto, de menor escala en comparación con las panaderías establecidas.
En la primera edición del mejor Cachito de Caracas en 2022, compitieron 11 panaderías. Este año, el número de participantes se multiplicó, al igual que el entusiasmo por esta competencia organizada por Pastelpanes, que celebra uno de los productos más emblemáticos de la panadería venezolana: el cachito de jamón.
Según Luis Rogelio Salcedo y Denys Salomón, fundadores y organizadores de la competencia, las panaderías participantes serán evaluadas. Pasarán a la ronda final, únicamente, 20 panaderos.
Evento público el 4 de mayo
Asimismo, sus organizadores informaron que este año el evento será concina en vivo y en público, en los espacios del Hotel Continental, en Altamira, y durará todo el sábado 4 de mayo.
Los panaderos finalistas competirán en tres categorías en total:
- Las panaderías en los rubros cachitos tradicionales;
- Las panaderías en los rubros cachitos de autor;
- Los artesanos.
Cada categoría tendrá jueces distintos, todos vinculados al sector gastronómico.
Noticias
Nuestra sede usurpada

Han pasado 6 meses exactos de la arremetida arbitraria y cobarde por parte del régimen contra nuestra sede ubicada en la Zona Colonial de Carora. Allanada sin que mediara una orden judicial, actualmente alberga una cantidad ilimitada de esbirros que se están aprovechando de lo ajeno.
¿La razón? De acuerdo con los invasores, la ocupación se produce por una presunta orden emanada desde la presidencia, sin que llegaran a mostrar un documento y orden que lo certificara. Vino acompañada esa agresión a nuestras instalaciones con abusivos amedrentamientos contra el personal de mantenimiento del edificio, y bloqueo del paso de la calle San Juan, entre Bolívar y Torres, que alteró la paz de los vecinos.
El ensañamiento y la presión para obtener información sobre el paradero del director Mario Sosa y del editor-presidente, y a su vez alcalde Javier Oropeza, desató una ola de comentarios que despertaron mucha incertidumbre.

Rápidamente la información sobre el allanamiento circuló por todo el país. La toma arbitraria de una institución dedicada a informar desde hace 24 años no pasó inadvertida, motivando preocupaciones y condenas. Se confirmó con ello lo que a voces el mundo conoce: que Venezuela vive una dictadura, está vez sin careta.
La acción de estos lacayos resentidos de una revolución moribunda, estuvo dirigida por Julio Chávez y Elvis Méndez. Sobran testimonios de las veladas intenciones de Julio Chávez de querer desmoronar el patrimonio familiar de Javier Oropeza.
No conformes con atacar el diario de los torrenses, también arremetieron en simultáneo contra nuestra sede hermana en Barquisimeto, «El Diario de Lara», otro de los bienes pertenecientes a Oropeza.
El hostigamiento contra Mario Sosa como director por la cobertura de los actos convocados por la oposición venezolana luego del 28 de julio, lo llevó a abandonar el país. Además, lograron desarticular al equipo humano que laboraba a diario con Sosa; a la par, incautaron bienes del medio de comunicación de manera desmedida, causando pérdidas incalculables y dejando sin empleo a los trabajadores.
Hoy, a pesar de las acciones radicales y cobardes de la dictadura, EL CAROREÑO continúa siendo la voz de los torrenses con las limitaciones que las circunstancias han impuesto. Seguimos manteniendo el canal informativo a través de las redes sociales, pese a las adversidades.
Los torrenses hoy, quedaron a merced de cuestionados comunicadores rendidos por unas lochas. Le pusieron precio a la dignidad y los convirtieron en cómplices del régimen. Ahora, lo que reina en Carora, es un libertinaje en las distintas plataformas digitales.
A seis meses de ser despojados de su sede, EL CAROREÑO sigue siendo una institución. No se trata de Mario Sosa o Javier Oropeza los vulnerados, es todo un municipio al que le han confiscados su derecho a estar informado.
Como buenos hijos de esta tierra repleta de historia periodística, seguiremos luchando por el derecho inalienable de seguir informando con la verdad por delante y sin ocultar nada.
Seguro estamos que este paréntesis ajeno a nuestra voluntad será breve, y prontamente regresaremos a la casa de siempre.
Agradecemos a los medios que se han solidarizado con nuestra situación, y que acompañamos en la causa de quienes enarbolamos la libertad de expresión y el derecho constitucional a estar informados.
Mario Sosa, desde el exilio.