Su presencia física es silenciosa, pero su obra resuena. Sigiloso, de mirada atenta y cabello despeinado, acompañado por su inseparable e icónico maletín cruzado, Rafael Cadenas, el poeta vivo más importante del país, se deja ver en presentaciones de libros y homenajes, la mayoría de las veces, en la librería El Buscón.
Rodeado de amigos, colegas y lectores, en ese espacio en el que se reúnen autores importantes de las letras venezolanas de todas las generaciones, el maestro escucha callado, sentado entre el público, y si debe hablar lo hace con la humildad que le caracteriza.
Desde hace dos años el poeta ha permanecido en silencio, alejado de los medios, pero siempre cercano a través de su obra. Con el paso del tiempo, Cadenas cada vez ha despertado más interés, incluso en los jóvenes, que han abarrotado los lugares a los que asiste solo para verlo, escucharlo, tomarse alguna una foto con el escritor, pedirle una firma para un libro o simplemente darle la mano.
Cuando en noviembre de 2018 se le otorgó la Orden UCAB, al poeta le dedicaron música, poesía y ovación. En el campus de la casa de estudios fue recibido por un grupo de alumnos que creó un cartel con uno de sus versos: «Florecemos en un abismo». Dentro se citaron sus poemas, autografió libros y escuchó discursos sobre su obra de Fedosy Santaella y Moraima Guanipa.
Ha sido tal ese interés por su figura que desde hace cinco años se organiza el Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas, que sirve para dar a conocer las voces de las nuevas generaciones.

El maestro ha aceptado esa devoción con humildad. Sonríe para las fotos, escucha a sus seguidores y responde con paciencia las preguntas. La gente lo lee, lo cita, lo tiene presente.
Rafael Cadenas, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, símbolo de la literatura latinoamericana, cumple hoy 90 años.
El ensayista, también reconocido con el Premio Internacional Federico García Lorca y el Premio FIL de Literatura y Lenguas Romances, nació el 8 de abril de 1930 en Barquisimeto.
Cuenta el escritor Antonio López Ortega en un artículo de Prodavinci que Cadenas publicó muy joven su primer poemario, en 1946, con prólogo de Salvador Garmendia: Cantos iniciales, el cual el poeta optó por no incluirlo en otras compilaciones.
Su militancia comunista en tiempos de la dictadura de Marco Pérez Jiménez le acarreó cinco meses de cárcel y después fue expulsado a Trinidad y Tobago, donde estuvo cuatro años.
Regresó a Caracas en 1957, poco antes de la caída del dictador. Al año siguiente publicó La isla y en 1960 apareció uno de sus libros más importantes, Los cuadernos del destierro. En 1966 publicó Falsas maniobras, que incluye «Fracaso», uno de sus poemas más citados. Tres años antes aparece en el suplemento Clarín del viernes «Derrota», probablemente su texto más conocido. Sin embargo, Cadenas ha dicho en varias ocasiones que lo escribió a los 32 años y que no se reconoce en él. Considera que su éxito tiene que ver con la situación política de Venezuela en la década de los sesenta con el regreso de la democracia que encabezó Rómulo Betancourt.
De Los cuadernos del destierro, «Derrota» y Falsas maniobras, primera parte de la obra de Cadenas, el poeta Arturo Gutiérrez Plaza opina en el prólogo de la antología bilingüe Select Poems que allí se halla un lenguaje y un universo simbólico: «Aunque sin duda están regidos por el peso de la impronta de lo que podríamos llamar ‘la gravedad verbal’ de toda la poesía de Cadenas, registran también el claro influjo de voces como las de Rimbaud, Ramos Sucre, Pessoa o Michaux, lecturas que en su momento fueron cercanas».
Gutiérrez Plaza subraya en su prólogo que toda la obra de Cadenas tiene el aspecto fundamental de la «búsqueda de un lenguaje cada vez más sereno y aplomado, debajo del cual podamos sentir el latido de un estado de gracia, de una sabiduría vital en la que el ser alcance el contacto pleno con lo real».
Otra opinión que podría complementar es la del jurado del Premio Reina Sofía. Berna González Harbour consideró que Cadenas es «un hombre que ha sabido regalarnos dudas, certezas, palabras, reflexiones sobre la palabra». Mientras que Luis Alberto de Cuenca dijo que el poeta venezolano representa «la voz de los demás» y que es una «voz épica que está en la línea de Walt Whitman».
El autor, no obstante, señala como algo extraño que se necesiten los poetas en el mundo: «Nunca se ha leído mucha poesía, pero ella siempre ha existido a lo largo de los siglos. Debe de haber en el ser humano una profunda necesidad de ese hacer aparentemente prescindible, y quien lo realiza es esa persona que llamamos poeta», dijo en una entrevista con el El Nacional, a propósito de la publicación de Contestaciones.
Cadenas, además, no ha sido nunca ajeno a la situación política venezolana. Cuando recibió hace cuatro años el Premio Federico García Lorca dedicó el galardón al país subrayando el sufrimiento de los ciudadanos con el actual régimen. Y en su discurso, cuando se le otorgó el Reina Sofía, dijo: «En Venezuela nos urge instaurar la normalidad, que solo puede ser democrática».
Otros de sus libros son Intemperie (1977), Memorial (1977), Amante (1983) y, más recientemente, Sobre abierto (2012), En torno a Basho y otros asuntos (2016) y Contestaciones (2018).